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Ciudad dormitorio

Ante el ojo, las figuraciones son disparadas en enjambres, y alguna imagen puede provocar algo en la memoria. El deseo de permanencia se extiende en el tiempo, y en los otros, pero el ejercicio puede enfrentarse a fuerzas dispares. ¿Pensarse como mero conductor o participar con lo propio? Distintos matices nos conforman, y la memoria, y la diferencia, no están exentas de rencor. El reclamo por el futuro incierto y el pasado aligerado parecen pertenecer al mismo duelo.


En esta latitud de la frontera, este espacio de intermedios; en ocasiones integraciones e intercambios; aquí donde locales y ajenos transitan el territorio, y pueden captar y emanar; en nuestra ciudad de actividades caóticas que ordenan nuestra vida social… aquí se inscriben mundos propios, no sin conflictos y disputas, en el mapa urbano, y en los mapas que se le superponen.


Un afán de definición que parece una apuesta viciosa; enumerar, clasificar y juzgar lo múltiple sólo termina arrojándonos al lugar de las no-certezas, que es un lugar inseguro, pero cómo nos seduce.

 

Los editores

octubre de 2011

editoriales a dos manos

Los editoriales de la Revista/Espacio EL TERERÉ son escritos a dos manos por Damián Cabrera y Olga Bertinat desde la edición número 1. En este ejercicio de simbiosis escritural hay tensiones y goce. Por fuerza del empuje entre un discurso y otro se construye una mirada que aparece como única, pero que, debajo de capas simultáneas, está hecha de inquietantes diferencias, como el espacio del Alto Paraná y sus nombres. Aquí una selección de los últimos editoriales de la revista.

A pocos minutos, saliendo de la ciudad, se entra en otras ciudades; las ciudades vecinas, satélites inmóviles abiertos como camastros verdes, son las ciudades/camastro; ciudades/hamaca que se mecen en otro tiempo que no el de CDE; hacia allá van los cuerpos de los que trabajan a dormir la noche en las ciudades/dormitorio.

 

Una de esas ciudades es Minga Guazú, distante a trece kilómetros de Ciudad del Este. Desde aquí, bien temprno, salen los escuadrones de trabajadores hacia la ciudad grande, y se remontan las hamacas, esperando solitarias que vuelva a caer la noche.

 

Finalmente el espacio es un continuum, sin murallas que lo dividan, la manera en que la vida y el hacer la vida se han ordenado. La quietud también migra, porque la ciudad que respira por miles de bocas de día, por las noches hiberna como batracio oscuro a la espera de los colectivos.

 

En las horas pico los micros atiborrados de pasajeros van alcanzando las ciudades. Poco a poco las hamacas vuelven a disponerse y el día acaba con esa rutina paralizante de los días iguales.

 

El habitante tiene así estructurado su hacer, pero en los intersticios hace lugar para la dignidad, y la creación aparece como posibilidad ahí mismo cuando se pone a constelar con otros mundos.

 

En esos escasos momentos de creación es cuando la ciudad dormitorio aparece como una huella imborrable, una marca que es tan desigual y a la vez análoga a las huellas de las otras ciudades dormitorio, y son ellas las que conforman la compleja identidad de los habitantes del Alto Paraná.

 

Los editores

febrero de 2012

Editorial


Y sí, los brazos abiertos para recibir la escritura sobre el cuerpo.

 

Podemos venir a Minga, está todo desordenado, pero tampoco sé cómo se podrían poner esos límites ni quién define hasta dónde es la ciudad, o hasta dónde queda lo rural o lo industrial, y qué es lo que define eso. Se siente la falta, no se sabe con qué llenarla; pero en todo el mapa hay esos cruzamientos, límites no precisos. Pero también, toda frontera es así, los límites son difusos. Acá la cosa se pone más difícil todavía. Sobre la ruta, la plantación, después la carpintería, después el complejo deportivo, después un motel, después la estación de servicio, después la fábrica de vidrio, después el cultivo de piña, después el cultivo de maíz, y de mandioca en todos los terrenos baldíos, y la gente vive, y uno mira para allá y en apariencia es una zona rural.

 

El cuerpo se puede mal-haber también para el poder. El problema es que siempre habrá mucha gente a favor. Estar en contra es como estar fuera de foco. Para actividades de marketing todos se movilizaban.

 

Para recibir la escritura, pero no sólo de la palabra sobre el papel. El cuerpo también se escribe en el texto de la ciudad.

 

La realidad puede ser asustadora. En estos ordenamientos aparecen grupos subalternos que ven su vida reestructurada y son obligados a replantear su existencia. Muchos fueron quedando sin espacios, luego de 30 años, ellos se fueron adaptando a otro sistema de producción.

 

¿Se debería pensar la producción local en posición de periferia, en función de un centro? A veces las adaptaciones alcanzan no sólo al espacio y al cuerpo, sino también a la producción artística.



Los editores

noviembre de 2011

Conversación

Podemos ser imagen de algo e imitarlo perfectamente y esas formas previas nos darán las pautas que nosotros escoltamos como fieles asistentes.
 
Frente a un pretendido cosmopolitanismo y la imagen de una ciudad caótica hay discursos que quieren develar otras formas de relación solapadas por lo altisonante.
 
Es como un duelo cubierto, simulando una apertura que se encierra en palabras que suenan más de lo que dicen.
 
Nuestro pasado ya no es el mismo: El bosque del Alto Paraná ha desaparecido para siempre. Pero entre esta imagen arrojada desde el ayer al presente y el ideal de metrópoli hay un desfase. Y hay otros modos de ser ausentes del programa.
 
No sólo el bosque ha desaparecido, también arroyos y humedales. Y como dice el Ing. Agr. Castor Ruiz Díaz: “también la belleza escénica natural”, que se conserva intacta en las retinas de quienes tuvimos la satisfacción de contemplarla, y que es un recurso destruido. La metrópoli avanza y nos desaloja a todos, cambia, se transforma, y es una metamorfosis urgente.
 
Mientras una forma de autoridad subordina, hay que aprender a nombrarlos efectivamente.

 

Los editores

diciembre de 2011

Cosmos

Movilidad es movimiento, es ir o venir. Es quedarse o volver. Puede ser un cambio del lugar dentro del país o ir más lejos: España o Argentina; los destinos más indudables de los paraguayos.
 
Las fronteras pueden ser de naturaleza diversa, y a veces aparecen móviles, estirándose hacia un lado u otro de un río, de una cordillera o de un muro limítrofe.
 
A veces los límites no se manifiestan. No hay río, ni puente, ni  muro. La frontera es un caos unido de gente diversa que se extiende a un lado u otro de una calle. Las diferencias aparecen fusionadas y las percibimos como murmullos distintos. En una esquina los rumores en portugués se escuchan con dejos de español y guaraní.
 
En ese escenario desvanecido, migrar es todo un suceso; aunque la movilidad requiera de unos pocos kilómetros, la frontera puede aparecer lejana y paradójicamente contigua.
 
Cambiar de sitio, aunque sea para sonar distinto; cambiar de sitio algo pequeño y resignificar. Desordenar y resignificar. Poner cierto orden y resignificar. Cambiar y resignificar. Mudarse y resignificar. Callar y resignificar.
 
Entre idas y venidas, a un lado y otro de la frontera, entre las diferentes subjetividades que la habitan, existe un universo de voces que se agita por subsistir, perdurar, o ejercer su predominio. Una por sobre la otra, en el cautivante ajetreo del límite que las esparce más allá del horizonte.

 

Los editores

enero de 2012

Movilidad

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